Algunos sentados con la espalda contra la pared, otros sentados al pie de la cama, unos apoyados en el marco de la puerta. El ventilador del techo giraba exhausto. Todos esperaban impacientes. Unos labios apuran un cigarro ya casi fallecido. Todos esperaban... pero sólo uno conocía el secreto. Uno, el único que sonreía para sus adentros. Un secreto que una vez descubierto podría cambiar el rumbo de sus monótonas vidas.
EL CONSTRUCTOR
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