domingo, 20 de febrero de 2011

EL CAMINANTE

Una mochila, unas botas, una cantimplora... y mi intención de conocer.
Pasan los robles junto a mis huellas mientras canto hacia mis adentros la canción del lucero. Las suela de mis botas pelean ferozmente contra el ejército de piedras de un escarpado camino. Un desierto que avanza bajo la sombra de mi mochila. Andan raudos mis pasos, y mi cabeza, poco a poco, va conociendo los valores de una vida en viaje. Conozco a gente, a personas de mil razas diferentes. Bailes que junto al fuego se convierten en la unión de la tierra con el horizonte. Chispas de luz salen saltando de la boca de un leño ardiendo. Mis ojos sólo observan y graban. Mi cabeza recopila, analiza y comprende. Mi corazón llora de alegría. Siguen mis pasos veloces por el camino con la esperanza de encontrar otro mundo, otro pensamiento, otra cultura. Sonrío al verme enfrascado en el viaje de mi vida. Un viaje del cual deseo que tarde acabe. Y al final, de vuelta en mi sofá, junto a un fuego que da calor, espero recordar aquel baile que me hizo ser de nuevo, un niño que sueña.

EL CONSTRUCTOR

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